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Caminar, bicicleta y servicio urbano debiera ser el futuro

Gerardo Valdivieso Parada

Las dos calles principales de la ciudad de Juchitán la 16 de septiembre y la 5 de septiembre fueron abiertos por el coronel Francisco León a finales del siglo XIX, más por visión militar que urbanística futurista de entrada de los automóviles, Juchitán era un pueblo rebelde y las dos entradas principales servirían para el rápido acceso de tropas en caso de una rebelión. El enérgico militar también cerró el viejo panteón y abrió uno nuevo, además de construir el palacio municipal obligando a los juchitecos a colaborar aún sin su consentimiento. De su actitud autoritaria quedaron unas familias con sus terrenos divididos, en la Quinta Sección hay una familia que para ir al baño de su casa tiene que cruzar la calle. Esas dos calles que a lo largo de más de un siglo han servido muy bien para el tránsito, hoy se ven atestados en horas pico, los vehículos se mueven a paso lento, y en esas larga hileras la mayoría son taxis que realizan el servicio colectivo. Mientras las grandes ciudades privilegian el servicio urbano para obtener una mayor eficiencia en la movilidad y evitar mayores índices de contaminación, en Juchitán todo se ha hecho al revés, el servicio urbano está muerto y abundan los taxis y mototaxis que son los principales causantes del caos vial. Ante la exigencia de los lideres de mototaxis de regularizar a mas de dos mil mototaxis, el gobierno estatal y municipal deberían acotar cada vez mas este servicio y alentar el servicio urbano. Los gobiernos cada día realizan grandes obras para beneficiar a los dueños de automóviles como los ejes viales y hasta los segundos pisos, mientras que los que no tenemos automóvil nos relegan, apenas si hay tímidas inversiones para privilegiar el uso de la bicicleta. En una época en que todo se quiere hacer en el menor tiempo, no se destina tiempo para la bicicleta, mucho menos para caminar, se pierden horas frente al televisor y el teléfono celular, pero nunca hay tiempo para llegar caminando a los destinos. El servicio urbano poco a poco se fue extinguiendo en la ciudad, los viejos urbanos color verde dejaron de recorrer la séptima sección y la octava sección, luego de años de realizar el servicio, ahora los urbaneros se les ve montados en mototaxis. El medio de transporte urbano privilegiaba la convivencia ante el individualista mototaxi. Recuerdo a mi abuela Na Senu cuando la acompañaba al mercado, esperábamos pacientemente a que pasara el urbano para ir al centro, y ya estacionado sobre la calle 16 de septiembre y Efraín R. Gómez, nos subíamos al urbano a esperar a que se llenara de gente para que arrancara, en esa espera se comía algún dulce, una nieve, y mi abuela siempre encontraba platica con alguna vecina, se mencionaban entonces los chismes del día o se añoraban los tiempo idos, «cuando una iba a comprar por centavos cigarros y café» sentenciaba mi abuela ante la carestía. Son otros tiempos, alguno añorará un Francisco León que ponga orden de un momento a otro y punta de pistola, el autoritarismo causaría mas problemas que soluciones, pero sí urge una autoridad con visión de futuro, que empiece desde ahora a aminorar el número de taxis y mototaxis y volver los ojos a los medios realmente colectivos, por un futuro sin caos vial y sin contaminación.

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