PASO EL TIEMPO DE LOS FIELES DIFUNTOS EN JUCHITAN

Ana Beatriz Muñoz V.

El tiempo de celebrar a nuestros fieles difuntos pasó, pero no desapercibido como muchos lo habían pronosticado, eso era imposible ya que nuestros muertos, aquellos seres queridos que solo se nos adelantaron siguen teniendo un lugar muy importante en nuestro corazón y en nuestros pensamientos, son seres que amamos durante su estancia en éste mundo terrenal, con los que convivimos, platicamos e hicimos historia, como padres, abuelos, abuelas, hijos, hijas, amigos, vecinos, parientes, compañeros de trabajo estos seres amados de quien tenemos la esperanza que algún día, en un espacio del universo los volveremos a ver, estos seres que tuvieron la fortuna de no ver lo ocurrido el pasado 7 de septiembre en su querido Juchitán, pero que en su llegada en estas fechas tal vez se percataron de lo sucedido,  este año fueron recibidos con los alimentos, con veladoras, rezos, oraciones,  tiempo dedicado a ellos, fueron recibidos como pudieron en donde pudieron, los panteones de ésta comunidad también fueron visitados por familiares y amigos, llevándoles consigo flores y veladoras  es un momento para reflexionar que hay que estar bien con todos los que nos rodean hay que vivir con alegría y que lo externo no decida en nuestro estado de ánimo,  sobre todo con los seres que amamos y que son muy importantes para nosotros en éste mundo terrenal, porque algún día nos tocará separarnos de ellos o ellos de nosotros y todo cambiará, así que es el momento de darnos mucho amor, respeto pero sobre todo vivir con la verdad, ser solidarios, porque en los momentos difíciles con la solidaridad, el golpe se siente menos.. Hay que hacer oídos sordos a los que sólo hablan de lo malo, de aquellos que dicen que vendrá otro sismo más fuerte, como si disfrutaran la tragedia. La celebración de muertos ha terminado, se ha ido y con él ha dejado a muchos corazones tristes, desconsolados, porque como dice la ciudadanía solo llegan a que recordemos la tristeza que nos causó su partida que no será superada por nada, ni siquiera con el tiempo, porque queda en nuestro corazón un gran vacío que no será llenado por nada ni por nadie.