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Murió Ta Másimu el requinto del trio Xavizende

Gerardo Valdivieso Parada

Juchitán, Oax.- En su hamaca y escuchando los acordes de La Petenera murió este martes Máximo Santiago “Ta Masimu”, el último integrante original del legendario Trio Xavizende, así lo informó hoy en su cuenta de Facebook el compositor Gustavo López quien junto con el guitarrista Jose Hinojosa, estuvieron cantándole cuando dio su último suspiro en su casa de la Séptima Sección.
La Petenera, La llorona, La Zandunga, el Fandango teco y un sin fin de sones vistió con los acordes de su requinto, con él, talvez, haya muerto un estilo campesino de tocar los sones: Masimu no cayó en la leve, rápida y melosa forma de tocar el requinto de los clásicos tríos románticos, su estilo fue rotundo, acompasado y exacto.
En su juventud fue pescador, trabajador de la sal, y en sus tiempos libres se dedicó a acompañar a otros guitarristas, viajando a las ciudades petroleras de Veracruz con otros paisanos suyos como el también desaparecido Solitario.
La leyenda de su música inició cuando conformó con Maurilio López Guerra «Mou Deme», Bulmaro Martínez «Ta’ Mario Chenu» el trio Coronita, al ser auspiciado por la empresa de la marca cervecera.
El trío se encargó de pasar a acordes de guitarra el son Fandango teco, que se tocaba solamente por las bandas de viento a la manera de los conjuntos de Juchitán. Por su estructura descendente contrario al de Tehuantepec, el Fandango con los requintos de de Mou Deme y Masimu fueron un éxito y su sello distintivo.
Cuando el compositor jeromeño Luis Martinez Hinojosa los contrató para que grabasen con él un disco, les propuso que se pusieran el nombre de Trío Xavizende, palabra zapotequizada de San Vicente con que nombran también a Juchitán, nombre con que se identifica al trío propio de esta ciudad.
Primero murió Maurilio López Guerra, que fue repuesta con la integración de Fernando Salinas “Ta Jimmy”, muchos años después se retiró y luego murió Bulmaro Martínez. El dúo siguió tocando presentándose como trío, pues sus sones no perdían el brillo por el requinto de Máximo que aún con sus años seguía moviendo los dedos con la presteza requerida, aunque su cuerpo había inclinado y su andar se volvió lento.
En sus últimas salidas y tocadas lo hicieron en la estancia del DIF. Ta Masimu solía sentarse en las calurosas mañanas bajo los portales del edificio de las Símbolos Patrios a conversar con un paisano.
Ta Másimu no tenía una voz potente y acompañando a la vozarrón de Ta Jimmy su voz quedaba apagada. Su voz era como su carácter reservado, tranquilo. El poeta Jorge Magariño escribió que se podía confundir su figura con la de un sacerdote por su sonrisa cándida, esa sonrisa beatífica se ha apagado para siempre.

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