Cultura

Lo más auténtico del traje es la creatividad: Emma Musalem

Gerardo Valdivieso Parada

Juchitán, Oax.- Las mujeres juchitecas son las guardianas de la tradición, la costumbre, la cultura de los zapotecos, ellas son “guzanas” las conocedoras de los ritos y sus tiempos en las festividades de las velas tutelares, versadas en el mundo de los variados y exquisitos alimentos, son guardianas de la lengua diidxazá la que transmiten a sus hijos y nietos como la leche materna.

Emma Musalem es una juchiteca reconocida por su conocimiento de la cultura juchiteca, no por nada la autoridad municipal requirió de su experiencia como jurado para seleccionar a los bailarines que integraran la delegación de Juchitán a la Guelaguetza.

Asidua a las festividades de las velas desde niña cuando su familia materna participaba en la Vela Cheguigo, considera que la mujer tiene un papel fundamental en la realización de las festividades y en su preservación:

“Las mujeres de una vela son las que le dan continuidad, las personas de cierta edad son las guzanas, un cargo que se pasa de generación en generación, que son las encargadas de guiar a los jóvenes cómo hay que hacerlas cosas”.

También las mujeres juegan un papel importante en el traje regional que en el pasado eran estrictas con la etiqueta, aunque el traje regional ha ido cambiando con el tiempo:

“Mi abuela me platicaba que su mamá, mi bisabuela, llegaba a la vela Cheguigo con enredo y huipil de cadenilla nuevos y una mascada al hombro, ¿para qué la mascada? Para bailar los sones entonces no habíamos llegado a la enagua; la siguiente generación la de mi abuela asistió a la vela con enagua de holán de espiguilla, y de blonda, de listoncitos, ya la enagua se extiende para bailar los sones”.

En la generación de su madre considera fue la época dorada con la aparición del traje de cadenilla, bordado, de tejidos finos, de las telas importadas, como la seda, el terciopelo, que inspiró el diseño de los trajes en manos indígenas y que es lo más auténtico del traje: la creatividad de las mujeres artesanas.

Maestra de generaciones de alumnos que todavía la recuerdan con cariño, rememora que fue monolingüe hasta los seis años cuando entró a la escuela y aprendió el español, el zapoteco heredado de sus abuelos lo ha enseñado con orgullo a sus tres hijos y la nieta que vive en su casa.

Con 33 años de maestra en las aulas recuerda que alentó en los jóvenes el orgullo por la lengua aún cuando algunos en sus casas se los prohibían, se ponía como ejemplo que sólo hablo zapoteco hasta que llegó a un aula, además de conversar con sus alumnos en su lengua cuando estos no podían hacerlo tan fácilmente en español.

Recuerda que en primera época de la Casa de la Cultura cuando la dirigió Amira Musalem, dio clases de zapoteco y tuvieron un programa de radio en donde hablaban en zapoteco cuando esto era inusual.

Heredera de los secretos de la cocina istmeña, con una serie de alimentos, bocadillos, botanas, bebidas ancestrales que se preparaban en las festividades en distintos momentos de las fiestas porque “hay comidas específicos, para tal hora o festividad”.

Doña Emma Musalem lamenta que por las prisas con que se viven en la actualidad la mayoría de las mujeres no tengan tiempo de preparar los alimentos de la cocina istmeña, como los distintos moles, tamales y panecillos de maíz.

Le preocupa que algunos bebidas rituales ya se han perdido porque ya casi nadie las prepara, como ciertos atoles (nisiabaladxi), pozoles que se tomaban a mediodía como era costumbre (cubaladxiguenda): “eran verdaderas bebidas de dioses zapotecas” exclama con nostalgia.

De esa parte de la cultura, la de los alimentos y bebida tradicionales, se debe hacer un trabajo de rescate, las personas adultas agradecerían volver a oler aquellos aromas que remontan a un pasado de deleites para el paladar, considera. Ella estaría gustosa de aportar en ese esfuerzo.

 

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