Cultura

LA CASA DE LA ABUELA

Ana Beatriz Muñoz Valdivieso
La abuela Porfiria vivía en una casona de tejavana, típica de esta región istmeña. Esta casona contaba con enormes ventanales de madera rústica por donde se podía sentir la suave brisa de los vientos del sur, de los cuales esta región cuenta, en la mayoría de los meses del año. La enorme casa de tejavana de la abuela Porfiria contaba con un enorme corredor trasero, donde se pasaba al patio.
En la pieza principal de esta hermosa casona se contaba con una mesa de santo cubierto con una blanca tela, utilizada especialmente para este tipo recinto sagrado para la cultura zapoteca. En ésta se podía observar la imagen Virgen de la Candelaria en un enorme cuadro. También contaba con un baúl, un ropero antiguo, una sala de butacas típicas de esta región istmeña, en el centro de la sala una mesa donde colocaban flores de San José, que eran cultivadas en las cercanías de esta región. ç
La casona contaba con su propia cocina típica de este lugar, donde la abuela Porfiria elaboraba sus deliciosas tortillas de comixcal, siempre limpia, siempre fresca. Detrás existía un enorme patio trasero, donde la gente podía pasar de la prolongación 16 de septiembre, a la cerrada de Guerrero, eran tiempos cuando la gente cuidaba de la gente. En ese enorme patio existe aún un frondoso y enorme árbol de tamarindo, con la que la abuela Porfiria elaboraba, la deliciosa pulpa de tamarindo, típica de esta región sureña.
Aún tengo grabada en mi memoria cuando la abuela Porfiria terminaba de hacer ese delicioso manjar, me sentaba entre sus piernas y me daba a lamer sus dulces manos, llenas de pulpa de tamarindo. Mi corazón de niña sentía el dulce cariño con que en su regazo mi abuela Porfiria me mantenía. Mujer zapoteca de gran corazón, siempre alegre, siempre aceptando su realidad, que le tocó vivir, con la firme esperanza de un mañana mejor.
Asi fue mi abuela Porfiria, nacida un 15 de septiembre en ciudad Ixtépec, de la familia Zárate Velásquez, vestía ropa típica de esta región, siempre alegre, tarareando las canciones de la región, de piel blanca, cabellos largos de color castaño claro, ondulado, sedoso y brillante, lo cuidaba con el bello aroma del zapandú. De cuerpo esbelto, hermosa como la mujer ixtepecana. Así era mi abuela Porfiria, la que recuerdo con mucho amor. A quien le dedico estas líneas. Una mujer que dio amor incondicional a todos quienes la conocieron.

Publicaciones relacionadas

Your reaction

NICE
SAD
FUNNY
OMG
WTF
WOW
Botón volver arriba